Manuel V. Segarra firmó su quinta novela el Día del Libro en la librería Séneca, con gran afluencia de lectores./M.V.S. |
"Mi trabajo como periodista y escritor se ha producido de forma paralela"
Ha presentado su novela ‘La Reina Imposible’, en la que ha cambiado su estilo y las características de los personajes.
Manuel Vicente
Segarra Berenguer (Elche, 1959). Nació, en teoría, el 6 de abril pero fue el 5,
porque en el registro su padre se equivocó de día. Formó parte del equipo de
atletismo de los Salesianos de San Rafael, dónde estudió. Se considera antes
escritor que periodista aunque trabajó en diversos medios de comunicación: en Radio
Express Cadena Cope, en el periódico Elche, en TeleElx, colaboró con la Agencia
Efe y fue corresponsal en Santa Pola para el diario Información. Su trabajo en los diarios lo compaginó con la radio.
Se considera escritor de terraza y café, que escribe a mano y se obliga a
releer lo escrito mientras lo copia en el ordenador. Ha presentado su quinta novela, La Reina Imposible.
Pregunta. Usted ha
sido periodista muchos años.
Respuesta. No
tengo el título de periodismo. Empecé hace mil años haciendo colaboraciones
para un periódico. Hacía falta gente en la redacción y me quedé. Llegué a la
prensa de rebote. Entonces no había demasiados periodistas titulados ahora lo
son todos. Es una profesión agradecida pero la mayoría de las veces no lo es,
hay que estar de guardia de forma permanente porque, aunque tienes un horario,
un periodista de raza si ve una noticia llama a la redacción.
P. Es una
profesión vocacional.
R. Así debería
ser en el caso del periodismo. La prensa es una especie de servicio público. La
gente necesita, quiere estar informada de forma diversa porque no vale el BOE o
la versión oficial. Sin embargo prefiero ser escritor. Hay más libertad, no es
tan estresante. Un redactor de radio va con el tiempo pegado a la espalda, te
obliga a ir con prisas pero también tiene su recompensa, aunque sea una
palmadita en la espalda. Para mí el periodista es el notario de lo cotidiano.
P. ¿No siente
deseos de trabajar como periodista?
R. Hay ocasiones
en las que voy al ayuntamiento o a una rueda de prensa y me da un poco el
“mono”. Pero uno tiene que ser realista y entender que hay mucha gente que está
empujando fuerte.
P. ¿Cómo ve a
los periodistas de hoy?
R. Los
periodistas no preguntan. Hay algunos que se han conformado pero otros no.
Tenía un chaval de becario al que mandaba a todas partes porque era el único
que veía como un periodista de raza. Aunque se equivocaba, preguntaba, era
incisivo y se interesaba. Tenía vocación. No digo quién es porque está por ahí
trabajando.
P. ¿Qué le ha
gustado más la prensa o la radio?
R. Me gusta
escribir pero en la radio ha sido donde mejor me lo he pasado. O peor. En Radio
Exprés, éramos dos, el jefe, Paco Escudero, y yo, y nos pilló el atentado de
Santa Pola. Hicimos muchísimas horas, estábamos muy cansados de salir muy tarde
y entrar muy temprano. Mereció la pena desde el punto de vista informativo, fue
un trabajo que hicimos bastante bien.
P. Siempre ha
trabajado en informativo local.
R. Siempre he
hecho lo mismo. Hace tiempo te trataban despectivamente si decías que
trabajabas en un medio local. Pero un primer espada como Pedro Piqueras dijo un
día que en la prensa local es dónde de verdad se forja un periodista. Tiene que
hacerlo él todo, no tiene un equipo detrás que lo respalda. Aquí un busto
parlante es eso, es secretario de redacción, redactor, todo.
P. ¿No ha vuelto
a trabajar como periodista desde 2008?
R. He hecho
colaboraciones. Pasé una temporada mala y me desvinculé de todo. Un par de años
para tirarlos a la basura, ponerles un marco y recordar lo que no me tiene que
volver a pasar. Un bajón del que finalmente me recuperé.
P. ¿Cómo ve el
futuro del periodismo?
R. El periodismo
va a tener futuro siempre. Antes pocos tenían título y de repente empezaron las
facultades de Periodismo a proliferar como setas. Ahora nos encontramos con
exceso de personal para la demanda que puede haber. Las redacciones nunca han
estado al completo, más bien escasas de personal. Encima las cosas se han
complicado y las plantillas se han reducido más. Es un momento especial y
quiero entender que no hay mal que cien años dure. Es lo que nos toca vivir.
Estoy disconforme. Pataleando o gritando pasamos todos por ahí. Acatas al
principio, protestas, y en el momento que sales a la calle tratas de sobrevivir.
P. ¿Cómo ve esta
época, como una crisis o como un periodo de transición?
R. La palabra
crisis en griego significa cambio. Así que si lo dicen los griegos que son los
padres de la Democracia… Será un cambio de actitud, de sistema económico, de hábitos.
P. Su paso de periodista
a escritor ¿fue un proceso natural?
R. Yo era escritor
antes que periodista. Escribir me ha gustado siempre, desde que tenía 13 años
contaba mis historietas. Pero plantearme en serio escribir, lo veía como un
sueño lejano. Gracias a la concatenación de una serie de circunstancias
publiqué mi primera novela. Mi trabajo como periodista y escritor se ha producido
de forma paralela.
P. No hay
ninguna biografía suya, ni siquiera en sus libros.
R. No soy
aficionado a hablar de mí. En mis novelas la editorial ha puesto la primera que
hice y la repite en todos los libros.
P. ¿De dónde le
viene la pasión por la escritura?
R. En mi familia nadie es escritor ni militar. Digo
militar porque con 17 años me presenté en la Academia Básica de Suboficiales de
Tallarn, en Lérida, para ser mando de pelotón en carro de combate, ya que me
llamaba mucho la atención. Pero me rechazaron dos años seguidos. Después me
llamaron a filas y cumplí el servicio militar en los años 80, en Madrid y me
presenté voluntario para escolta de un general. Fueron unos meses largos, de no
relajarse nunca y de muchos muertos por atentados. He asistido a muchos
funerales con 20 años. No hablo mucho de eso porque fue una temporada dura. Mis
padres lo pasaron mal.
P. ¿No se le ha
ocurrido escribir sobre esto?
R. No. Miento,
sí. Algo tengo escrito por casa, ya veremos si sale. Prefiero escribir sobre
otros.
P. En la
presentación de su novela La Reina
Imposible había mucho público.
R. Estoy muy
sorprendido. Había mucha gente que hacía tiempo a la que no veía y me asombró
ver la sala llena. Aunque me impresionó más la tarde que estuve en la librería
Séneca firmando libros. No había cola pero hubo un goteo continuo de gente. No
estaba seguro de esta novela porque tiene un estilo definido, distinto, así
como las características de los personajes.
P. Boudica, La Reina Imposible, recuerda a Rodopis,
la protagonista de su primera novela La
Princesa de las Sandalias, en su
carácter, su orgullo y su fuerza.
R. No sé si
tengo algún tipo de fijación con este tipo de mujeres. Mis otras novelas, Acero del Rey y Cruces de Seda, son novelas de capa y espada, con una impronta
masculina, y en Jinetes al Amanecer,
la protagonista es la reina de las Amazonas, una mujer pequeña en una guerra de
hombres, que tiene que luchar contra los griegos y lidiar con los príncipes
troyanos.
P. ¿Tiene
proyectos nuevos?
R. Terminar la
trilogía que empecé con Acero del Rey. Y como primicia diré que tengo en mi
casa unos folios con el título El Año de
los Muertos, relato sobre la epidemia de “fiebre amarilla” que sufrió Elche
en 1811, que según tengo entendido fue el origen del Cementerio Viejo. El
protagonista es uno de los 34 encarcelados a los que ofrecieron el indulto a
cambio de trabajar como enterrador. Sobrevivieron dos y él es uno de ellos.
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